Un viejo pórtico de piedra labrada, un capitel jónico y un ambicioso sueño lleno de ilusión, entusiasmo y esperanza, sirvieron de inspiración para, en 1968, fundar un pueblo de ancestros ibéricos: El Pórtico.
Salir al Pórtico es costumbre de los bogotanos y visitantes extranjeros de la Capital, convirtiéndolo en un lugar turístico por excelencia.